Se abre el debate acerca de si una construcción flotante, que gira en torno a un anda – sin orientación – es o no arquitectura. La respuesta a nuestro parecer está en la lógica interna de la travesía.
Se trata de un observatorio arquitectónico, un punto firme en los requerimientos de la observación, por lo tanto, es la extensión que da cabida a ese acto. El punto crítico, del debate, es acerca de la orientación, pues cualquiera orientación es no tenerla.
El quid es dejar de discutir la orientación en la extensión horizontal y pensar que la vertical no se extiende, sino que se convierte en eje. En ese plano la orientación se anula y se vuelve rotación. Ver América desde una celosía es una problemática de distinto género que la tradicional que trata las relaciones de extensión entre vacío central y perímetro. o.
Precisamente la virtud de una celosía es la de mediar entre el ante y el adentro neutralizan do el sentido sitial de una posición. Llámesela posición cero porque en cuanto neutral la abstracción comparece en la coincidencia del ante y el adentro. Cuando ambas se hacen simultáneas y parecen anularse, ambas valen cero. La obra, tamaño capilla Pazzi, tiene la peculiaridad de’ la celosía tetraédrica que unifica lo técnico y lo espacial simultáneamente, al modo de los vuelos tetraédricos de las banda-das (ver a Graham Bel I),
Lo propiamente técnico es la conversión de las energías en arreglos estructurales de poliédros abiertos.
Los estudios técnico-espaciales se realizaron en modelos estereométricos de alambre con estancos de láminas plásticas transparentes. El problema consistía en la construcción de una Iínea de flotación precisa al estar sumergidos en agua. Para promediar la fluctuación entre «Boyancia» y peso real de los modelos se recurrió al fenómeno de la interfase. Consiste éste en el efecto de sujeción en torno a una barra de alambre. que ejerce la tensión superficial del agua, a esta escala precisa. De este modo un exceso de empuje es contrarrestado por un arabesco de barras en celosía. Se obtiene así un ancla de superficie, cuyas nociones fueron consultadas al físico Prof. Carlos Werner (U.C.V.).
La obra funda un punto de observación de la platitud y hace recaer la observación en la luz de sí misma aproximando lo sensible a su propia arboladura.
Pues un paisaje se agota en su propia continuidad.